domingo, 28 de noviembre de 2010

Paul Auster. Trilogía de Nueva York


Lo real siempre va mas allá de lo que podemos imaginar.
Nuestras vidas realmente no nos pertenecen, pertenecen al mundo, y a pesar de nuestros esfuerzos por darle un sentido a éste, el mundo es un lugar que va más allá de nuestro entendimiento.

El pasado julio por mi cumpleaños me regalaron un libro de Paul Auster llamado "El libro de las ilusiones" el cual no había leido por falta de tiempo.
El otro día en una conversación con un amigo surgió este autor y su trilogía de nueva york, no recordaba que era el mismo autor del libro que me habían regalado, y cuando lo descubrí buscando información del escritor por internet, pensé que era una señal y que debía leerlo.

Cuando terminé de leer el primer relato "La ciudad de crital" me quedé pensando.. ¿cómo es posible que una persona pueda montar semejante historia con tal de huir de su propia realidad? ¿como una persona puede "perderse" de esa forma?

Aunque había veces mientras lo leía que pensaba.. no me estoy enterando de nada.. consiguió mantenerme intrigada y "enganchada" hasta el final.

Es una novela policíaca pero con matices metafísicos. Yo por ahora he leído solo el primer relato y lo recomiendo.

La trilogía consta de estos tres relatos, os escribo la sinopsis:

Ciudad de cristal:

Quinn, que en otros tiempos fuera poeta y cuya mujer e hijo han muerto, vive en la más absoluta soledad, escribiendo novelas policíacas, despojado de toda ambición literaria y lejos de los fastos del mundo. Alguien lo llama varias veces por teléfono en medio de la noche, tomándolo por un detective llamado Paul Auster, y solicitando con desesperación su ayuda. Quinn, entre curioso y conmovido, decide al fin personificar al desconocido Paul Auster y concierta una cita. Conoce entonces a otro pálido poeta, que cuenta una historia aterradora: cuando nació, su padre, una combinación de místico y lingüista demente, lo encerró y aisló del mundo durante años para que pudiera hablar «la verdadera lengua de los hombres», aquella que olvidaron tras la construcción de la torre de Babel. Pero el niño fue rescatado y el padre recluido en una institución un manicomio, o quizás una cárcel, de la que ahora está a punto de salir. Y el hijo, que teme por su vida, desea que el detective Paul Auster o Quinn lo proteja. Con "Ciudad de cristal" se inició La trilogía de Nueva York, un deslumbrante conjunto de thrillers posmodernos que, según los críticos, marca un nuevo punto de partida para la novela norteamericana.

Fantasmas:

El caso parecía bastante sencillo. El señor Blanco, que apareció un día repentinamente, cuando en la vida del detective Azul parecía que ya nada iba a cambiar, quería que Azul siguiera a un hombre llamado Negro, que lo vigilara sin pausa todo el tiempo que hiciera falta. Azul necesitaba un trabajo y no hizo demasiadas preguntas, aunque sospechara desde un principio que Blanco no era el hombre que decía ser. Lo que el detective no sabía era que el caso duraría años, y que cuando desvelara el misterio, o le pusiera un final, si es que a aquello puede llamársele un final, lo que descubriría sería quizá su propio misterio, lo que atisbaría sería su propio final... Situada entre los laberintos detectivescos de Chandler y los páramos existenciales de Beckett, Fantasmas comienza con todos los requisitos de una novela policíaca, pero adquiere muy pronto, y sin perder nada de su suspense, una dimensión metafísica. Y el lector se desliza de un misterio policíaco a un enigma metafísico, de la pregunta «¿quién es el culpable?», a otra mucho más difícil de responder, «¿qué es ser culpable?»

La habitación cerrada:

El narrador y Fanshawe se conocían desde muy niños. Antes de cumplir los siete años ya se habían pinchado en los dedos con un alfiler y se habían hecho hermanos de sangre. Estaban siempre juntos, compartían los pensamientos, y era el rostro de Fanshawe lo que el narrador veía cada vez que apartaba la vista de sí mismo. Pero eso fue hace mucho tiempo, en el remoto territorio de la infancia. Después crecieron, fueron a distintos sitios, se distanciaron y ahora Fanshawe no es más que un fantasma que el narrador, un joven crítico y periodista que ha abandonado ya la idea de escribir un gran libro, lleva dentro de sí. Hasta que un día recibe una carta de la mujer de Fanshawe. Va a verla, descubre que su amigo ha desaparecido misteriosamente hace meses y ha dejado dos maletas llenas de manuscritos que nunca quiso publicar. Y un mensaje para su antiguo amigo, o quizás una misión: que sea él quien decida si su obra debe sobrevivir o ser destruida. "La habitación cerrada" es el último volumen de La trilogía de Nueva York y cierra espléndidamente esa magistral «banda de Möbius» literaria, ese conjunto de thrillers fascinantes, de pesadillas implacablemente lógicas en las que pareciera, según Pascal Bruckner, que la única libertad del hombre fuera la de imaginar su prisión, descubrir los límites antes de ser apresado dentro de ellos.

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